viernes, 12 de octubre de 2012

Giremos


Tan amplio es el ámbito de la arquitectura como las maneras que podemos encontrar de definirla. Podemos encontrar definiciones de diccionario, tales como “arquitectura es el arte de proyectar y construir edificios” o “método  estilo en el que se proyecta y construye un edificio, caracterizado por ciertas peculiaridades”.

A lo lago de la historia han sido mucho los que han intentado definir en arquitectura. Desde el principio hemos encontrado a personalidades tales como Leon Battista Alberti, en Re Aedificatoria, diciendo que “el arquitecto será aquel que con un método y un procedimiento determinados y dignos de admiración haya estudiado el modo de proyectar en teoría y también de llevar a cabo en la práctica cualquier obra que, a partir del desplazamiento de los pesos y la unión y el ensamble de los cuerpos, se adecue, de una forma hermosísima, a las necesidades más propias de los seres humanos. El arte de la construcción en su totalidad se compone del trazado y su materialización (...) el trazado será una puesta por escrito determinada y uniforme, concebida en abstracto, realizada a base de líneas y ángulos y llevada a término por una mente y una inteligencia culta”.

Mirando un poco más hacia delante veíamos a Adolf Loos en Arquitectura: "La casa debe agradar a todos, a diferencia de la obra de arte que no tiene por qué gustar a nadie. La obra de arte es un asunto privado del artista. La casa no lo es. La obra de arte de sitúa en el mundo sin que exista exigencia alguna que la obligase a nacer. La casa cubre una exigencia. (...) La obra de arte es revolucionaria, la casa es conservadora. (...) ¿No será que la casa no tiene nada que ver con el arte y que la arquitectura no debiera contarse entre las artes? Así es. Sólo una parte, muy pequeña, de la arquitectura corresponde al dominio del arte: el monumento funerario y el conmemorativo. Todo lo demás, todo lo que tiene una finalidad hay que excluirlo del imperio del arte".

Ya hacia 1967 encontrábamos a un Louis Khan que en una conferencia en el politécnico de Milán aportaba que la arquitectura no existe. Existe una obra de arquitectura. Y una obra de arquitectura es una oferta a la arquitectura en la esperanza de que ésta obra pueda convertirse en parte del tesoro de la arquitectura. No todos los edificios son arquitectura (...) El programa que se recibe y la traducción arquitectónica que se le da deben venir del espíritu del hombre y no de las instrucciones materiales.

A medida que evoluciona la sociedad evoluciona la arquitectura y evolucionan sus definiciones. Unos se dirigen hacia la técnica perfecta, otros hacia determinación de la casa… sin embargo todos comulgan en un mismo enfoque: la arquitectura está hecha por y para el hombre.

Por desgracia la sociedad en la que actualmente vivimos nos muestra un panorama bastante desolador. Un mundo mayoritariamente maquiavélico en el que cada cual fija un fin y con ello justifica sus medios. Un mundo en el que entre el punto en el que estamos y nuestro próximo punto trazamos una recta, sin pensar en cuantas otras rectas cortemos.  Quizás es hora de comenzar a aceptar que nuestra crisis actual no es meramente económica, sino que viene de mucho antes como crisis social. Es una crisis que no podemos reducir al ámbito de lo político sino que podemos contemplarla a pie de calle, en nuestras escuelas, en las universidades. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan.

Es hora de que la arquitectura sufra una reorientación o más bien una adhesión a su programa. Son miles las personas que ya vieron esto y comenzaron con una idea , con el fin de reactivar una pequeña parte de la economía basada no en el capital del más fuerte, sino en la ayuda mutua y la colaboración con el cercano. Del aprovechamiento del tiempo en algo productivo para uno mismo y para el resto.

Pero esto no ha llegado a las escuelas, no ha llegado a los programas. Seguimos encerrados en la arquitectura de construcción física y material, cuando no es esto lo que prima ahí fuera. ¿Qué nos encontraremos cuando nos demos de bruces con el exterior?, ¿será esto lo que verdaderamente requiere la sociedad?, ¿y si lo que se nos exige no se puede tocar?, ¿qué base llevamos?, ¿quién nos forma para eso?...


Sin duda es unos de los muchos problemas sin solucionar que conduce a la sociedad hacia ese gran muro de piedra llamado fracaso. Esperemos que no todo se quede en la idea de girar, y finalmente giremos de verdad. 

A LA DERIVA...



Primer ejercicio del curso de Urbanismo.
Realizamos una deriva por el Barrio de las Letras de Madrid, como primer ejercicio de este análisis.